Tomando tereré con jugo de Naranja-Frutilla-Kiwi (natiwi), con un cuarto de Melón, escuchando un poco de Drexler, Aristimuño y Pedro Guerra en la compu que saque al patio trasero sobre una vieja mesita debajo la cual y sobre mis pies descansan Amélie, su hermana Laica y su amiga Danna con un sahumerio recién prendido, es como estoy terminando este lindo domigo.
Comenzó temprano, alrededor de las ocho cuando Amélie y las visitas necesitaban que les abra la puerta del fondo para que hagan de las suyas. Así que me levanté y aproveché la situación para tomar unos mates.
Cabe mencionar que éste es el primer domingo que paso en esta casa y todavía existía la posibilidad que hubiera algún vecino que quiera que todo el barrio se entere que tiene un potente equipo de música.
Abro todas las ventanas dejando entrar la claridad de la mañana acompañada de una suave y fresca brisa con aroma a pasto mojado por el rocío, que se mezclaría con el perfume del sahumerio que prendí (los de sai baba)… saqué las cosas del mate al patio trasero que tiene una galería y disfruté mucho esos minutos. Minutos en los cuales sonaba la música de la mañana. Música interpretada por varios pajaritos que se posaban a mirarme tomar mates.
Pasó la mañana y me dispuse a cocinarle a mis visitas. Hoy, como es domingo: asado.
Sería el segundo asado que cocinara en lo que va de mi vida, es una buena ocasión para no recibir quejas jaja. Prendo el fuego, pongo el carbón y cuando estaba dispuesto a empezar a poner la carne en la parrilla, me llama un amigo, Alejandro el dueño de Laica y Danna. Me invita a comer Sorrentinos caseros que cocinó su mujer. Eso es algo que no se puede rechazar. El asado quedará para la próxima edición.
Amontono las brazas, suben las niñas a la camioneta donde sonaba Aristimuño y vamos a comer sorrentinos. (que rico que está el melón)
Para las tres de la tarde los sorrentinos ya son historia y nosotros emprendemos el regreso a casa, a terminar lo que habíamos empezado.
En la parrilla quedaba algo de brazas, así que aproveché e reinicié el fuego con ellas. Mientras se asaba la carne traté de lavar la camioneta, cosa que es bastante difícil cuando se tiene a Amélie y Laica tratando de atrapar el chorro de agua que sale de la manguera. Completamente empapados (la camioneta, Amélie, Laica y yo) terminamos revolcados en el pasto (salvo la camioneta) luchando sin tregua alguna al son de Bob Marley.
Después de “lavar” la camioneta, la corro un poco y descubro la tonelada de barro que salió de sus ruedas (hace unos días llovió). Así que ahora le toca al piso del patio. Otra vez una lucha sin tregua entre las niñas y el chorro de la manguera. Ganó el chorro.
Como recompensa por haberme ayudado a lavar la camioneta y limpiar el patio les doy un pedacito de asado a cada una y yo también lo prové… por ser la primera vez… (sería la segunda pero la primera hubo un señor que metió la mano así que no cuenta)
Recién terminamos de limpiar la chancada que hicimos y las niñas están agotadísimas. Yo estaba por hacer una planilla del trabajo para mañana pero me desvié un ratito para contarles algo de mi vida.
Fue un lindo domingo. El sol ya se escondió pero se nota su claridad todavía. Un mosquito tiene ganas de alimentarse conmigo. Una de las chicas tiene gases, o tenía porque ya se deshizo de él. Queda medio litro de tereré el la jarra, el otro medio litro está en mi panza. El melón estuvo muy rico. La música me acompaña. El sahumerio se consumió. Me picó el mosquito y me rasco. Sonrío. Soy feliz. Pienso que me gustaría poder compartir este momento con alguien, por eso lo comparto acá, es lo que tengo. Así está bien.
Tengo que ir a la lavandería a buscar la ropa limpia. Insisto: sonrío, soy feliz.
Gracias por compartir mi lindo domingo conmigo.